Cuando nuestro niño interior es quien lidera
Nuestros padres son modelos de conducta. De ellos aprendemos cómo querer, cómo relacionarnos cuando somos adultos, e incluso aprendemos a ser padres a través de lo que ellos han o no hecho.
Publicado en La Estrella de Panamá aquí.
Nuestro niño interior almacena recuerdos, emociones y dolor, como lo hemos vivido cuando éramos niños.
En general, recordamos solo aquellas cosas que nos han parecido realmente importantes, ya sean positivas o negativas. Sin embargo, hay sentimientos y emociones no resueltos allí olvidados en nuestra mente no consciente, y que son quienes responden ante estímulos diarios.
Me contaba una persona hace unos días acerca de una conversación con su pareja; ella me decía que, cuando su novio llegó tarde, su sensación fue la de una niña esperando que llegara su papá. Por lo tanto, comenzó a frustrarse, a enojarse y a entristecerse.
Cuando ella me comentó esta situación, le dije: “¿has visto cómo tu mente te hizo saber de dónde proviene esa emoción? Posiblemente es lo que sentiste cuando eras pequeña, y alguien en la actualidad, a tu edad adulta, evoca la misma emoción, lo cierto es que como esa emoción vieja está guardada, no trabajada, aparece ante el estímulo de tu pareja actual”.
Cuando observas la situación como persona adulta, puedes darte cuenta de que la reacción pudo ser otra. Sin embargo, en el momento vino como una ola.
Nuestros padres son modelos de conducta. De ellos aprendemos cómo querer, cómo relacionarnos cuando somos adultos, e incluso aprendemos a ser padres a través de lo que ellos han o no hecho.
Cuando éramos pequeños, nuestra mente armó creencias y emociones, que hoy son las que aparecen a la hora de interactuar en nuestra vida adulta. Incluso puede que hayamos formado creencias acerca de cómo somos, cómo deberíamos haber sido y todo en función de las emociones que hemos sentido. Si esperaban algo de nosotros, esa es la forma como actuaremos, esperando la aprobación de otras personas.
Piensa en una ocasión en la cual alguien haya dicho algo sobre ti que haya provocado una reacción emocional. Te hizo sentir mal, o te ha enojado, o experimentaste una reacción corporal incómoda como resultado de lo que te han dicho.
Pregúntate: ¿por qué creo que tiene razón? Es posible que en forma racional sepas que la otra persona está equivocada, sin embargo, tuviste una reacción negativa como respuesta. Eso se debe a que parte de ti (tu niño interior) cree que la persona tiene razón. Es posible que en tu infancia hayas recibido algún mensaje de: no sirves, no eres suficiente, y que aún, a pesar de que en tu vida adulta hayas crecido y avanzado, esa voz siga teniendo efecto.
¿Quién está liderando en ese caso? ¿Tu adulto o tu niño?
Thich Nhat Hanh, decía: “Si miras atentamente la palma de tu mano, verás a tus padres y todas las generaciones de tus antepasados. Todos ellos están vivos en ese momento. Cada uno está presente en tu cuerpo. Tú eres la continuación de cada uno de ellos”
Dibuja tu árbol, conoce de dónde vienes, trata de recordar. Sirve para saber quién eres.
Paula Cabalén
www.paulacabalen.com
Life & Business Coach, mentora y consultora
Escritora y ‘speaker’ internacional