Estás avanzando o estás huyendo.
Las situaciones que dejemos atrás, sin resolver, serán aquellas que van a repetirse vayamos donde vayamos.
Publicado en Diario La Estrella de Panamá aquí
Hay momentos en la vida que marcan un antes y un después respecto a las decisiones de movernos de un sitio, de una relación, de un trabajo, de una carrera.
En ocasiones son cambios que se planifican, y otras veces suceden porque no nos quedó otra que hacerlos. Sin embargo, también hay situaciones en las que la urgencia por el cambio es realmente solo un deseo de huir de los problemas, que deben afrontarse en lugar de evitarse.
Los problemas o situaciones que vayamos dejando atrás, sin resolver, serán aquellos que van a repetirse vayamos donde vayamos, hasta que podamos afrontarlos y tomar acción.
Pueden ser, por ejemplo, problemas de pareja, que por más que terminemos una relación y pasemos a la siguiente, si no hemos sanado algo en nuestro interior, volveremos a repetir con la siguiente. También es común verlo en problemas con algún jefe o compañeros de trabajo, que parecen surgir en cada trabajo que tomamos, o entablar repetidamente relaciones poco saludables.
Un movimiento puede distraernos temporalmente, e incluso curar el problema por un tiempo, simplemente sacándonos de la situación en la que el problema se manifestó por completo. Sin embargo, el problema eventualmente volverá a aparecer en nuestra nueva situación.
¿Cómo saber si ese movimiento tiene que ver con resolver o con huir?
Si ya te has movido y vuelve a presentarse una situación similar, ¡detente! Es una gran oportunidad para que te preguntes: ¿Qué debo aprender aquí? ¿Qué debo hacer que no haya hecho antes? Una vez que te respondas a esas preguntas, toma acciones concretas.
Esas acciones deben ser nuevas, constructivas hacia tu vida y los demás, muchas veces puedes incluso poner límites que no te habías animado a poner antes; no siempre se trata de irte, a veces las cosas suceden para que digas basta, hasta aquí llego, esto no me gusta.
Presta atención, además, a tu diálogo interno. Si te fuiste de un trabajo porque no te llevabas bien con tu exjefe, ¿cómo te sientes respecto a ti mismo? ¿Te sientes inferior o insuficiente? Porque si es así como saliste de un trabajo, así entrarás en el próximo, y eso solo te está avisando cómo será el desenlace futuro.
Cualquier dolor involucrado en enfrentar nuestros problemas bien vale el esfuerzo al final. Comienza por cambiar la palabra problema por desafío. Luego por tomar el control de tu vida y hacerte cargo de ese desafío, en vez de evitarlo. De esta forma usarás tu energía para avanzar en vez de huir. El resultado será diferente.
Te invito a hacer la prueba. ¡Buena semana!
Paula Cabalén
www.paulacabalen.com
Life & Business Coach, mentora y consultora
Escritora y ‘speaker’ internacional
CEO de Consultophy Points of You Country Leader