En la era de la inmediatez lo único inmediato es el momento presente
Poco podemos lograr de las metas y objetivos este año, si las emociones empañan las lentes a través de las cuales miramos la vida.
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Conocerse a sí mismo y los sentimientos y emociones podemos aprender a controlarlos.
Hace unas semanas, antes de navidad muchas personas nuevas me han pedido sesiones de coaching para trabajar algunos temas que habían pospuesto durante el año. Me llamó poderosamente la atención.
Había decidido tomarme vacaciones, debido a que durante años, diciembre era el “mes tranquilo” y resultó ser lo opuesto. ¿La culpa será de Covid?
Me encontré con algunas preguntas cómo: ¿hay algo que pueda hacer que me quite esta sensación antes de que llegue navidad? ¿Cómo hago para estar en la misma mesa de…. Y sentirme en paz? ¿Cómo hago para no sentirme como un perdedor/a por haber logrado pocos objetivos este año?
Y aunque ya estamos en el 2022 y comienzan nuevos ciclos, lo cierto es para muchos han quedado cosas pendientes y sin resolver.
Las emociones que se repetían entre los que me hacían consultas, reflejaban la de ansiedad, enojo y angustia, provenientes del temor a no ser suficientes, no estar a la altura, sentirse menos, no poder superar una situación pasada y estar llenos de rencor, al punto tal de no poder avanzar en su propia vida.
En los últimos artículos hablé sobre metas y objetivos, todo para acompañar cambios, y hacer que los sueños se cumplan. Sin embargo, poco podemos lograr si las emociones empañan las lentes a través de las cuales miramos la vida. Un lector hace un momento me dejó un comentario en mi cuenta de Instagram que decía: Las emociones son las lentes a través del cual miramos el mundo. Me hizo sentido su aporte, ya que en la medida en que reconozcamos cómo nos sentimos, es que percibiremos una situación determinada de una forma u otra.
Me contaba una clienta acerca de su fiesta de cumpleaños y lo bien que lo pasó, hace un tiempo. Ella logró celebrar a pesar de que no le gustaba festejar, logró este año entregarse a recibir por parte de su pareja la preparación de una reunión, y dejarse llevar. Para ella fue un día especial y feliz.
Días después, alguien que estuvo en su reunión, le comentó que no lo había pasado bien porque una pregunta le estropeó la noche. Y… esa persona, dejó que una pregunta le estropee su noche. ¿Qué crees que pasó ahí? Una pregunta irrumpió en su mente, trajo una vieja emoción y ella fue la que se instaló allí para impedirle que disfrute.
Ahora bien, cómo podríamos hacer una diferencia en nuestra vida, si iniciamos un proceso de cambio y estamos decididos a crecer y evolucionar.
Ante todo, la clave de conocerse, poder reconocer las diversas emociones que se despiertan en nosotros, darnos cuenta de que lo que pensamos genera una determinada emoción y luego una respuesta.
Ahora bien, si tomáramos una pastilla para no sentir, o alcohol en altas dosis para relajar el cuerpo y sedarlo, o recurrimos a comer o fumar para calmar la ansiedad, lo único que estaríamos haciendo es adormeciendo momentáneamente el cuerpo y generando un malestar latente, ya que más tarde habrá un impacto como producto de esa decisión.
Si tomé mucho alcohol para poder estar en una reunión porque me considero poco divertida y creo que necesito del alcohol para relajarme y divertirme, es posible que no solo estropee mi coche sino que seguro, el dolor de cabeza y estómago que tendré al día siguiente harán que no pueda disfrutar del post reunión.
Suponte que estás en un momento de tu vida y quieres cambiar algo que realmente te está molestando.
El primer paso es identificar durante un tiempo cuáles son las emociones que esa situación o persona te disparan, para eso es necesario conocer todas las emociones que hay, te dejo a continuación una rueda muy gráfica que creo Pluchnik para ello.

Aunque no lo creas llegan muchas personas a sesión sin reconocer las emociones que situaciones y personas les generan. Mi pregunta es: ¿cómo puedo cambiar algo que hoy me impide lograr cosas en mi vida si no reconozco antes en dónde estoy parada?
Aprendimos a gestionar las emociones durante nuestra infancia, nos dieron permiso para expresarlas o no. Para aquellos casos en donde no hubo permiso para expresarnos, eso no significa que no salieron, claro que lo han hecho y en forma errónea, se filtró, bajo emociones sustitutivas.
Si eres de esas personas que ante una alegría, no pueden expresarla porque se sienten culpables por ejemplo, te cuento que eso es una bifurcación de la emoción principal que es la alegría.
Aquí está la mala y buena noticia. La mala primero, no hay nada inmediato con efecto positivo de largo plazo que te genere alegría. La buena es que si reconoces que aprendiste mal, y comienzas a reconocer eso, y luego a cambiarlo, puedes en un tiempo revertir esa situación, dejar la culpa, sentirte más liviano/a y poder expresar.
A esto le llamo inteligencia emocional, es muy amplio el tema, da para mucho. Mi intención de hoy es que sepas que frenando en el momento en donde la emoción tiene su pico, ya sea enojo, angustia, tristeza, etc… haciendo una pausa, observando qué es lo que pensaste que ha desencadenado esa emoción, reconociendo eso en ti, que ha generado y traído de tu mente inconsciente la misma emoción que se alojó antes allí, escribiendo en un papel, el día, la situación o persona que desencadenó eso en ti, y reemplazando el pensamiento para lograr sentir una nueva emoción, eso hará que comiences al menos un camino de introspección, automirada, autoobservación y de acciones nuevas.
Te invito a probar hacer este ejercicio, y cuéntame cómo te va.