¿Para qué sirve un mal día?
Nadie es inmune a tener un día difícil y estos suelen ser los momentos en los que más podemos aprender
- Por Paula Cabalen
¿Quién no tiene malos días? Un día difícil a veces puede ser un gran maestro si nos detenemos a reflexionar.
Todos tenemos días que parecen infinitamente difíciles y duros. En estos días, es como si las probabilidades estuvieran en nuestra contra y simplemente no pudiéramos tomar un descanso cuando una situación desafiante sigue a otra.
Puede ser que la sensación sea la de estar en un lugar en donde viene una cosa tras la otra sin parar, así como cuando vamos al mar; podemos sentir como si estuviéramos parados en el mar siendo golpeados por una ola tras otra, sin poder respirar nunca por completo.
¿Qué haces cuando eso te sucede? A veces permanecemos en ese estado, seguimos trabajando para salir adelante. Otras veces, la mejor idea es parar y detenernos a observar, qué podemos hacer.
Sí, la única opción es superarlo, un día difícil puede ser un gran maestro. Eventualmente terminará y podemos mirar hacia atrás, enorgulleciéndonos de la resistencia, el coraje y el ingenio que se necesitaron para mantenernos firmes. También podemos mirar hacia atrás y ver cómo podríamos haber hecho las cosas de manera diferente. Este conocimiento será valioso cuando enfrentemos días difíciles en el futuro.
Confía en tu instinto mientras decides si trabajar en ello vale la pena. Es bueno que sepas también que a veces una retirada oportuna es la mejor manera de garantizar un resultado positivo.
Obtener espacio puede recordarnos que las circunstancias externas no son el panorama completo. Una vez que recuperemos el aliento y nos volvamos a centrar, podremos determinar nuestro próximo movimiento. Con un poco de perspectiva, incluso podemos encontrar los recursos internos para cambiar nuestra actitud sobre lo que está sucediendo.
Todo problema es una oportunidad, es posible que comencemos a verlo de esa forma al cambiar la manera en la que observamos ese problema. Algo que sirve es cambiar esa palabra por desafío. En vez de decir, “tengo problemas o esto es difícil”, podemos decir, “tengo una situación que me está desafiando a cambiar o que me está desafiando”.
A veces, también, todo lo que se necesita es una buena noche de sueño, o distraernos haciendo lo que nos gusta, o reunirnos con algún buen amigo, ¡de los positivos!
Nadie es inmune a tener un día difícil y estos suelen ser los momentos en los que más podemos aprender. Si podemos encontrar nuestro corazón para examinar el día, y tal vez hacer un pequeño cambio en la percepción, podemos aliviar nuestro dolor y saludar al día siguiente mucho más sabio.
Haz la prueba, luego me cuentas si se siente más liviano.